Dicen que la vida te puede cambiar en un segundo, a mi me cambió en siete semanas.
Siete semanas de darse uno cuenta que nada volverá a ser igual,
siete semanas de asimilación,
siete semanas con mil cosas por expresar, pero no saber por donde empezar,
siete semanas para disfrutar de cada minuto que tuve con ella,
siete semanas para llorar el día que pronto iba a llegar,
siete semanas de aceptación,
siete semanas que han acabado y que yo mentalmente aún no he abandonado,
siete semanas para revisar todos los valores que ella me quiso inculcar,
siete semanas para recibir mucha ayuda de vosotros, y que necesitamos para nuestro otro foco.
Y sin tiempo para parar, las cosas han de continuar,
porque no podemos de dejar de disfrutar de cada cosa que la vida nos da.